sábado, diciembre 16, 2006

Accesorio incómodo

El Norte, 11 dic. 2006

Accesorio incómodo

Ximena Peredo

No conozco político mexicano que entienda qué son los derechos humanos. Por lo general, aceptan con falsa sonrisa que se les encaje esta banderilla. Asumen que el tema es obligatorio en los discursos, pero en la práctica se le continúa relegando con cínica indiferencia. Muestra de esto es el nombramiento de Francisco Ramírez Acuña como Secretario de Gobernación. En el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos, celebrado ayer, conviene reflexionar sobre el uso y el desuso de los derechos humanos en las prácticas del gobierno.
La semana pasada fue dedicada a los derechos humanos como los entiende el Gobierno de Nuevo León. Con conferencias y discursos, las autoridades cumplieron con el tema y pasarán a otras cosas que asumen como más importantes. Mientras tanto, las violaciones flagrantes siguen.
Qué significan los parloteos si los alcaldes se entusiasman tanto con sus programas de "Tolerancia Cero" e ignoran con hipocresía las pocas y timoratas recomendaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Si el gobierno no sabe cómo combatir la inseguridad, eso es problema de su negligencia. La ciudadanía no tiene por qué padecer estos torpes remiendos.
Sin embargo, sucede lo contrario. Las autoridades sacrifican nuestras garantías constitucionales a su antojo. La lista de prácticas ilegales so pretexto de brindar seguridad es amplia y preocupante. El peor de los fracasos de los gobiernos estriba, precisamente, en esto, pues violentan nuestras garantías con el pretexto de procurarnos protección. De tal suerte que traicionan la naturaleza del Estado y se convierten en gobiernos temerarios. ¿Quién puede sentirse protegido hoy en día al toparse con una patrulla en la noche y en un oscuro callejón?
Nos estamos habituando a los operativos que nos obligan a detenernos y a soplar en la cara del oficial. Pensamos que es normal que los perros olfateen las mochilas de los niños. Creemos que es natural que los policías golpeen a los sospechosos. Hemos caído en el exceso de pensar que las circunstancias merecen un gobierno de "mano dura", sin detenernos a reflexionar que el caos es hijo del mal gobierno, aplaudimos que, de nuevo, el mal gobierno nos castigue buscando reivindicarse.
Felipe Calderón cometió un error al nombrar a Ramírez Acuña como Secretario de Gobernación. Durante su gobierno en la Alcaldía de Guadalajara, la Comisión Estatal de Derechos Humanos jalisciense y la Comisión Nacional de Derechos Humanos reportaron 73 casos de detenciones ilegales, 55 de tratos crueles y degradantes, 73 incomunicaciones y 19 casos de tortura que, hasta la fecha, no han sido sancionados. No existía alguien con peor reputación para el cargo. Parece que tendremos otros seis años en los que el tema de derechos humanos seguirá siendo accesorio.
Preocupa que el gobierno no sepa administrar justicia sin represión. Una amiga defensora de derechos humanos relata que un día tuvo audiencia con un procurador de justicia del estado para tratar el tema de la erradicación de la tortura en Nuevo León. Ante los argumentos de ella, el entonces procurador la detuvo para preguntarle: "sin torturar, ¿cómo vamos a investigar?".
John Stuart Mill diría que no hay Estado liberal sin sociedad liberal. Queda claro que no nos hemos manifestado lo suficiente en contra de las prácticas sistemáticas violatorias a nuestros derechos. Lo que me temo es que, por ignorancia o por temerario pragmatismo, optemos por secundar las acciones perversas del gobierno hasta convertir la dignidad humana en accesorio incómodo del que se pueda prescindir.
ximenaperedo@yahoo.com.mx

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