El general golpista

El Norte, 13 dic. 2006
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El general golpista
Lucrecia Lozano

Su voz, nasal y aguda, contrastaba de forma chocante con la imagen arrogante y autoritaria que ofrecía envuelto en el atildado uniforme militar. Recién ejecutado en Chile el golpe de Estado de septiembre de 1973, los cartones políticos solían dibujar al general Augusto Pinochet como un gorila que portaba en una mano un garrote y en otra una pancarta con la cruz gamada de los nazis.

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El golpe que derrocó al gobierno de la Unidad Popular y condujo a la muerte del Presidente constitucional Salvador Allende ha sido uno de los más sangrientos y represivos de la historia contemporánea de América Latina. El Palacio de la Moneda, sede del Poder Ejecutivo, fue bombardeado por aviones de la Fuerza Aérea hasta quedar envuelto en llamas. El 11 de septiembre y los días subsiguientes, cientos de simpatizantes de la UP fueron delatados, detenidos, torturados y fusilados sumariamente en las calles de Santiago, la capital.

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Ni Pablo Neruda, galardonado en 1971 con el Premio Nobel de Literatura, logró eludir la represión. Enfermo y acosado por los militares, el poeta murió 12 días después del golpe castrense. Su funeral, restringido por el general Pinochet a ser una ceremonia privada, se convirtió en un acto público de dignidad y de protesta.

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El ascenso de Pinochet a la cúpula militar y su rol en la asonada castrense que puso a fin a décadas de vida democrática en el país austral fue un asunto de meses. A su favor estuvieron la emboscada mortal que sufrió el general René Schneider, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, el 22 de octubre de 1970, días después del triunfo electoral de la Unidad Popular. La postura constitucionalista de Schneider y su negativa a sumarse al plan de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos para impedir el ascenso presidencial de Salvador Allende condujeron a su asesinato.

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Tras una larga carrera militar, Augusto Pinochet fue ascendido a General de División en 1971. A principios de 1972 recibió el nombramiento de Comandante General del Cuartel de Santiago, y el 23 de agosto de 1973, el propio Allende lo nombró Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Chile.

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La traición se consumó unos días después, allanando el camino para que Pinochet ocupara al poco tiempo la posición política más alta de su país. Cabeza de la Junta Militar que derrocó a Allende, en 1974 fue proclamado Presidente.

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Con una ideología anticomunista que en el ámbito militar se hizo eco de la doctrina de la seguridad nacional y generó la idea del "enemigo interno", el régimen pinochetista se propuso acabar con los grupos radicales de izquierda y con toda disidencia y posición crítica. Cualquier medio para alcanzar este fin fue válido: la represión; el silenciamiento del Parlamento, los partidos y los sindicatos; la censura y los asesinatos políticos en el país y allende las fronteras, como sucedió en los casos del ex canciller Orlando Letelier y el general Carlos Prats, muertos por sendos carros bomba en las ciudades de Washington, D.C. y Buenos Aires en 1973 y 1976, respectivamente.

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Más de 2 mil personas asesinadas; alrededor de mil 80 presos políticos, unas 30 mil personas torturadas y cerca de 52 mil exiliados fue el saldo de la dictadura, que duró hasta 1990. El poder de Pinochet no terminó cuando dejó la Presidencia tras el NO del plebiscito que se llevó a cabo en 1988 para definir si continuaba en el poder.

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No sólo se encargó de promover una autoamnistía para los militares involucrados en la represión, también llevó a cabo cambios en la Constitución en 1980 que aseguraron su posición como Comandante en Jefe de las FFAA hasta 1999 y crearon la figura de Senador vitalicio para los ex Presidentes. Para asegurar el apoyo del Ejército, se aprobó que el Gobierno no podía reducir el presupuesto de las FFAA, ni designar a sus comandantes o llamar a retiro a sus oficiales. Como remate, la Ley del Cobre de 1973 fijó que el 10 por ciento de los ingresos por exportación del cobre debería destinarse a la compra de armamento.

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Hoy, la muerte le llegó al general golpista. Desde hace años la historia lo ha juzgado.

lucrecialozano@itesm.mx