martes, diciembre 05, 2006

El show debe terminar

El Norte, 4 diciembre 2006
Monterrey, Nuevo León México.

El show debe terminar

Ximena Peredo


La política en México parece lidiarse en un set de televisión con una millonaria producción detrás que es capaz de tergiversar la realidad a su antojo. Pareciera que los "reality shows" llegaron al País para enseñar a asesores presidenciales cómo manejar su estrategia de comunicación. Así lo dejó ver el montaje escénico del 1 de diciembre que comenzó con una fiesta privada en Los Pinos con un pretexto insostenible (la entrega de la banda al Ejército), que siguió con una vergonzosa cobertura de la transmisión de poderes en cadena nacional y que terminó en una megaproducción en Auditorio Nacional.
Lo que más me preocupó del 1 de diciembre no fue la dramática escena de legisladores del PAN y del PRD golpeándose, ni la hipocresía de los priistas que aparecieron en televisión como los más decentes de la tribu. Lo que más me inquietó fue la manipulación de la realidad a la vista de todos y en cadena nacional. El gobierno no nos dejó ver más que a legisladores panistas aplaudiendo y festejando la nueva Presidencia, como si hubieran sido los únicos invitados al convite. La censura está de regreso.
No se trata de disfrazar el caos de calma; eso es mentir y retroceder en un derecho conquistado. El orden no se consigue ocultando el alboroto. El gobierno decidió qué transmitir y qué cortar, como si se tratara de la producción de un evento privado. Ni siquiera pudimos escuchar las rechiflas y los silbatazos. No hubo tomas abiertas al recinto. Trataron de desaparecer a los perredistas con tomas selectas de los panistas mejor peinados y portados. Al menos a mí no me había tocado observar una emisión más parcial de alguna toma de protesta; ni en tiempos del PRI se veía tan clara la intención por anular a la oposición.
Mención especial merece la vergonzosa parcialidad de Diane Pérez, de Televisa, una de los comentaristas de las dos televisoras que tradicionalmente son invitados a conducir la ceremonia en cadena nacional, quien se atrevió a decir que el evento se había realizado en total calma y tranquilidad, congratulándose literalmente de que al fin había llegado el Presidente de la "mano dura". ¿Así o más clara la factura que están pagando las dos televisoras por el regalazo que les concedió el PRI y el PAN con la Ley Televisa?
El evento en Auditorio Nacional resultó un montaje complaciente para el PAN. Paradójicamente, Felipe Calderón dijo estar reunido con la "sociedad civil", pero lo hizo en un lugar cerrado y bien resguardado por policías, con invitados selectos para aplaudir y festejar e incluso con un pequeño grupos de indígenas, que más bien parecían extras disfrazados con trajes típicos. La megaproducción llegó al exceso de invitar a concheros para sostener el discurso del gobierno entrante de respetar a la diversidad y a las minorías étnicas.
Me preocupa que la entrada de este nuevo gobierno se haya distinguido por la manipulación de la realidad ante cámaras de televisión. Se les hizo fácil a los asesores manipular, cortar y pegar, confundiendo la ficción con la realidad. El Gobierno de Fox se distinguió justamente por esta esquizofrenia, en la que no importaba qué tan clara fuera la crisis, siempre se negaría.
Extender la mano para dialogar y para crear acuerdos no puede ser una estrategia del discurso, sino por principio de cuentas, una voluntad por reconocer al adversario político. ¿Cómo se puede creer en un mensaje conciliatorio si se trata de invisibilizar a la contraparte? Esa hipocresía la conocemos bien. El show debe terminar.

No hay comentarios.: