PLAZA PÚBLICA
Del catarrito a la neumonía
Miguel Ángel Granados Chapa
1 Feb. 09
Mientras que las demandas callejeras hicieron al presidente francés agendar una reunión con los sindicatos de su país, en México se atendió brevemente a los manifestantes del viernes pasado
Sólo dos presidentes latinoamericanos acudieron este año a la cumbre de Davos, el de Colombia, Álvaro Uribe, y el de México, Felipe Calderón. Cinco más, en cambio, prefirieron quedarse de este lado del Atlántico y estar presentes en el Foro Social Mundial: Evo Morales, de Bolivia; Lula da Silva, de Brasil; Rafael Correa, de Ecuador; Fernando Lugo, de Paraguay, y Hugo Chávez, de Venezuela.
Fue significativa la opción del mandatario brasileño quien, como Calderón, había estado en el Foro Económico Mundial en los dos años anteriores. Lula es un presidente bilingüe, pues lo mismo habla y entiende el lenguaje de los grandes consorcios y de las inversiones multimillonarias que el de las agrupaciones sociales creyentes de que "otro mundo es posible". Aunque mantiene en su país un diferendo en apariencia insalvable con el Movimiento de los Sin Tierra, que le reprochan la lentitud y límites de su reforma agraria, no ha dejado atrás sus convicciones como antiguo sindicalista y las ha concretado en políticas económicas que no colocan a las personas después de las ganancias sino al contrario. Transita con eficacia en el lindero de lo políticamente correcto, según el criterio de los grandes intereses internacionales y lo socialmente necesario.
No acudió este año a Davos porque allí no hay nada que hacer, pues en vez de que, como antaño, se estrechen relaciones y se entablen negocios, hoy en los Alpes suizos se ventila, según dijo, la quiebra del "dios mercado" y ya no hablan quienes creyeron en el fin de la historia y "ahora están con la boca cerrada, porque se arruinaron por pura especulación. Parecía que ellos eran infalibles y nosotros incompetentes". Dijo también el presidente brasileño: "Ellos nos decían que teníamos que hacer ajuste fiscal, cortar gastos públicos, hacer choques de gestión y despedir trabajadores. En realidad, lo que tenemos que hacer es invertir y colocar dinero en los sectores productivos". Dijo asimismo que "ellos", los que se regodeaban consigo mismos en Davos, saben ya que otro mundo no es sólo posible "sino que es necesario e imprescindible" (El País, 31 de enero).
Lula no viajó a Suiza sino a Belén por conocer la inutilidad de contender con países como el suyo por las inversiones extranjeras. En cambio, Calderón estuvo en Davos con ese propósito, y disputó a su amigo Uribe la oportunidad de llamar al capital extranjero para alentar la economía nacional. Rebatió, como ofendido, la comparación entre México y Paquistán. Y en su gana de mostrar que México es un país atractivo para los dueños del dinero, hizo relaciones públicas para mejorar la imagen mexicana, aunque admitió que la crisis puede significar para México una neumonía, lejos del catarrito que se diagnosticó inicialmente. En esa incertidumbre, difícilmente se puede mejorar el optimista pronóstico del secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, de que en este año llegarán a México inversiones por 15 mil millones de dólares, 4 mil más de los que, sin entusiasmo de gobernante, calcula el Centro de Investigación y Docencia Económica. Y ya que mencionamos a dicho secretario nos preguntamos si el presidente de la República lo tenía en mente cuando se ufanó de contar con uno de los mejores equipos económicos del mundo.
Calderón viajó a Davos después de anunciar la desaceleración del incremento en el precio del diesel que, por consecuencia, cuyo litro recibió anteayer un nuevo aumento de 5 centavos, como los que se habían aplicado en las semanas anteriores de este enero y del 2008. El incremento será ahora mensual, lo que si bien significa un alivio para los consumidores, atosigados por el alza constante, no los satisfizo porque su petición es que el precio se congele a la baja, toda vez que ya cuesta más que en Estados Unidos, según la CNC. La medida, sin embargo, propició el fin de la huelga camaronera, mediante un pacto suscrito un mes después de iniciado el paro entre la Secretaría de Agricultura y la Cámara Nacional de las Industrias Pesquera y Acuícola. El acuerdo, de 10 puntos, atiende después de mucho tiempo de displicencia los problemas estructurales de la flota camaronera, metida en tan intrincados problemas que el del combustible era sólo uno de ellos.
No cesará, por lo tanto, el cuestionamiento relativo al diesel, cuya carestía, aun atenuada, afecta a otros segmentos de la pesca y al transporte en general. Así se manifestó en la movilización del viernes pasado en la Ciudad de México y en otras del país, que incluyó el precio de ese combustible entre las demandas de una política económica que beneficie a la mayoría de la población. Marcharon en el Distrito Federal del Ángel de la Independencia al Zócalo decenas de miles de personas, pertenecientes a agrupaciones de presencia estratégica en la vida social y política, como la Confederación Nacional Campesina, el sector agrario del PRI, y otras organizaciones rurales, el sindicato de telefonistas, los de trabajadores universitarios, los de la seguridad social, los de la aeronáutica comercial, los de una porción de la industria automotriz, etcétera.
Un día antes una manifestación sindical había semiparalizado algunas de las principales ciudades francesas. Las centrales obreras, algunas de las cuales tienen existencia centenaria, depusieron sus diferencias ideológicas y tácticas y plantaron cara al gobierno de Nicolas Sarkozy, en exigencia de una nueva manera de gestionar la economía pues en este momento, según consideran, los efectos adversos de la crisis los padecen los trabajadores, a los que no incluye la política gubernamental frente a esa coyuntura. "Al terminar la marcha (en París), los líderes sindicales se vieron reforzados por la gente que llevaban detrás y exigieron al gobierno una respuesta. A Sarkozy le tocaba mover ficha. Y si no lo hacía rápidamente, añadieron, habría más protestas y manifestaciones.
"No tuvieron que esperar mucho: unas horas después, a través de un comunicado, Sarkozy aseguró que encontraba 'legítima la inquietud' de la calle y emplazaba a los representantes de los sindicatos y de los empresarios a una reunión en el Elíseo en febrero" (El País, 30 de enero).
A pesar de su identificación ideológica por su pertenencia a la derecha, el gobierno mexicano reaccionó de modo diferente al del francés. Es verdad que los dirigentes de la marcha del viernes fueron convocados a Bucareli, donde el secretario de Gobernación los recibió al anochecer. Pero Fernando Gómez Mont no respondió a sus demandas ni ofreció un encuentro con el Presidente. Todo lo más fue comprometerse a concertar citas con los miembros del gabinete que tienen a su cargo las áreas a que corresponden los problemas planteados.
Dos de los líderes que encabezaron la manifestación anteayer y conversaron con Gómez Mont habían hablado en la víspera en la segunda sesión del foro México ante la crisis. ¿Qué hacer para crecer?, organizado por el Congreso de la Unión. Los ingenieros Cruz López de la CNC y Francisco Hernández Juárez, de la Unión Nacional de Trabajadores, formaron parte del grupo de ponentes que expresaron los intereses de su sector o su parecer sobre las causas de la crisis y el modo de encararla. Por la amplitud de sus planteamientos sobresalieron las propuestas del rector de la UNAM, José Narro Robles (que pidió emprender junto al económico un "rescate social"), y del director del Politécnico, José Enrique Villa Rivera. Por su contundencia y profundidad, por la inteligencia de su diagnóstico y su sinceridad audaz, el discurso de la doctora Denise Dresser, representante del ITAM, fue aplaudido con extraño entusiasmo por los destinatarios de su inquisitivo análisis, los legisladores que son "empleados de los intereses" que denunció.
El presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Armando Paredes (que organizó foros regionales para fundar su posición), y el de la Asociación de Banqueros, Enrique Castillo Sánchez Mejorada, expusieron el punto de vista del sector privado de los negocios, que tampoco está satisfecho con la posición gubernamental ante la crisis y espera que de este foro resulte un programa de mayor amplitud y profundidad que el presentado el 7 de enero por Calderón como si fuera un acuerdo.
Tras dos sesiones más, el foro legislativo concluirá el 16 de febrero con la firma del que se espera sí lo sea, un acuerdo nacional frente a la crisis.
Correo electrónico: miguelangel@granadoschapa.com
Del catarrito a la neumonía
Miguel Ángel Granados Chapa
1 Feb. 09
Mientras que las demandas callejeras hicieron al presidente francés agendar una reunión con los sindicatos de su país, en México se atendió brevemente a los manifestantes del viernes pasado
Sólo dos presidentes latinoamericanos acudieron este año a la cumbre de Davos, el de Colombia, Álvaro Uribe, y el de México, Felipe Calderón. Cinco más, en cambio, prefirieron quedarse de este lado del Atlántico y estar presentes en el Foro Social Mundial: Evo Morales, de Bolivia; Lula da Silva, de Brasil; Rafael Correa, de Ecuador; Fernando Lugo, de Paraguay, y Hugo Chávez, de Venezuela.
Fue significativa la opción del mandatario brasileño quien, como Calderón, había estado en el Foro Económico Mundial en los dos años anteriores. Lula es un presidente bilingüe, pues lo mismo habla y entiende el lenguaje de los grandes consorcios y de las inversiones multimillonarias que el de las agrupaciones sociales creyentes de que "otro mundo es posible". Aunque mantiene en su país un diferendo en apariencia insalvable con el Movimiento de los Sin Tierra, que le reprochan la lentitud y límites de su reforma agraria, no ha dejado atrás sus convicciones como antiguo sindicalista y las ha concretado en políticas económicas que no colocan a las personas después de las ganancias sino al contrario. Transita con eficacia en el lindero de lo políticamente correcto, según el criterio de los grandes intereses internacionales y lo socialmente necesario.
No acudió este año a Davos porque allí no hay nada que hacer, pues en vez de que, como antaño, se estrechen relaciones y se entablen negocios, hoy en los Alpes suizos se ventila, según dijo, la quiebra del "dios mercado" y ya no hablan quienes creyeron en el fin de la historia y "ahora están con la boca cerrada, porque se arruinaron por pura especulación. Parecía que ellos eran infalibles y nosotros incompetentes". Dijo también el presidente brasileño: "Ellos nos decían que teníamos que hacer ajuste fiscal, cortar gastos públicos, hacer choques de gestión y despedir trabajadores. En realidad, lo que tenemos que hacer es invertir y colocar dinero en los sectores productivos". Dijo asimismo que "ellos", los que se regodeaban consigo mismos en Davos, saben ya que otro mundo no es sólo posible "sino que es necesario e imprescindible" (El País, 31 de enero).
Lula no viajó a Suiza sino a Belén por conocer la inutilidad de contender con países como el suyo por las inversiones extranjeras. En cambio, Calderón estuvo en Davos con ese propósito, y disputó a su amigo Uribe la oportunidad de llamar al capital extranjero para alentar la economía nacional. Rebatió, como ofendido, la comparación entre México y Paquistán. Y en su gana de mostrar que México es un país atractivo para los dueños del dinero, hizo relaciones públicas para mejorar la imagen mexicana, aunque admitió que la crisis puede significar para México una neumonía, lejos del catarrito que se diagnosticó inicialmente. En esa incertidumbre, difícilmente se puede mejorar el optimista pronóstico del secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, de que en este año llegarán a México inversiones por 15 mil millones de dólares, 4 mil más de los que, sin entusiasmo de gobernante, calcula el Centro de Investigación y Docencia Económica. Y ya que mencionamos a dicho secretario nos preguntamos si el presidente de la República lo tenía en mente cuando se ufanó de contar con uno de los mejores equipos económicos del mundo.
Calderón viajó a Davos después de anunciar la desaceleración del incremento en el precio del diesel que, por consecuencia, cuyo litro recibió anteayer un nuevo aumento de 5 centavos, como los que se habían aplicado en las semanas anteriores de este enero y del 2008. El incremento será ahora mensual, lo que si bien significa un alivio para los consumidores, atosigados por el alza constante, no los satisfizo porque su petición es que el precio se congele a la baja, toda vez que ya cuesta más que en Estados Unidos, según la CNC. La medida, sin embargo, propició el fin de la huelga camaronera, mediante un pacto suscrito un mes después de iniciado el paro entre la Secretaría de Agricultura y la Cámara Nacional de las Industrias Pesquera y Acuícola. El acuerdo, de 10 puntos, atiende después de mucho tiempo de displicencia los problemas estructurales de la flota camaronera, metida en tan intrincados problemas que el del combustible era sólo uno de ellos.
No cesará, por lo tanto, el cuestionamiento relativo al diesel, cuya carestía, aun atenuada, afecta a otros segmentos de la pesca y al transporte en general. Así se manifestó en la movilización del viernes pasado en la Ciudad de México y en otras del país, que incluyó el precio de ese combustible entre las demandas de una política económica que beneficie a la mayoría de la población. Marcharon en el Distrito Federal del Ángel de la Independencia al Zócalo decenas de miles de personas, pertenecientes a agrupaciones de presencia estratégica en la vida social y política, como la Confederación Nacional Campesina, el sector agrario del PRI, y otras organizaciones rurales, el sindicato de telefonistas, los de trabajadores universitarios, los de la seguridad social, los de la aeronáutica comercial, los de una porción de la industria automotriz, etcétera.
Un día antes una manifestación sindical había semiparalizado algunas de las principales ciudades francesas. Las centrales obreras, algunas de las cuales tienen existencia centenaria, depusieron sus diferencias ideológicas y tácticas y plantaron cara al gobierno de Nicolas Sarkozy, en exigencia de una nueva manera de gestionar la economía pues en este momento, según consideran, los efectos adversos de la crisis los padecen los trabajadores, a los que no incluye la política gubernamental frente a esa coyuntura. "Al terminar la marcha (en París), los líderes sindicales se vieron reforzados por la gente que llevaban detrás y exigieron al gobierno una respuesta. A Sarkozy le tocaba mover ficha. Y si no lo hacía rápidamente, añadieron, habría más protestas y manifestaciones.
"No tuvieron que esperar mucho: unas horas después, a través de un comunicado, Sarkozy aseguró que encontraba 'legítima la inquietud' de la calle y emplazaba a los representantes de los sindicatos y de los empresarios a una reunión en el Elíseo en febrero" (El País, 30 de enero).
A pesar de su identificación ideológica por su pertenencia a la derecha, el gobierno mexicano reaccionó de modo diferente al del francés. Es verdad que los dirigentes de la marcha del viernes fueron convocados a Bucareli, donde el secretario de Gobernación los recibió al anochecer. Pero Fernando Gómez Mont no respondió a sus demandas ni ofreció un encuentro con el Presidente. Todo lo más fue comprometerse a concertar citas con los miembros del gabinete que tienen a su cargo las áreas a que corresponden los problemas planteados.
Dos de los líderes que encabezaron la manifestación anteayer y conversaron con Gómez Mont habían hablado en la víspera en la segunda sesión del foro México ante la crisis. ¿Qué hacer para crecer?, organizado por el Congreso de la Unión. Los ingenieros Cruz López de la CNC y Francisco Hernández Juárez, de la Unión Nacional de Trabajadores, formaron parte del grupo de ponentes que expresaron los intereses de su sector o su parecer sobre las causas de la crisis y el modo de encararla. Por la amplitud de sus planteamientos sobresalieron las propuestas del rector de la UNAM, José Narro Robles (que pidió emprender junto al económico un "rescate social"), y del director del Politécnico, José Enrique Villa Rivera. Por su contundencia y profundidad, por la inteligencia de su diagnóstico y su sinceridad audaz, el discurso de la doctora Denise Dresser, representante del ITAM, fue aplaudido con extraño entusiasmo por los destinatarios de su inquisitivo análisis, los legisladores que son "empleados de los intereses" que denunció.
El presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Armando Paredes (que organizó foros regionales para fundar su posición), y el de la Asociación de Banqueros, Enrique Castillo Sánchez Mejorada, expusieron el punto de vista del sector privado de los negocios, que tampoco está satisfecho con la posición gubernamental ante la crisis y espera que de este foro resulte un programa de mayor amplitud y profundidad que el presentado el 7 de enero por Calderón como si fuera un acuerdo.
Tras dos sesiones más, el foro legislativo concluirá el 16 de febrero con la firma del que se espera sí lo sea, un acuerdo nacional frente a la crisis.
Correo electrónico: miguelangel@granadoschapa.com
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