México SA
■ En América Latina, sólidos son los indicadores de pobreza y miseria
■ Déjà vu anticíclico
América Latina, la región más desigual del planeta, se las verá negras a lo largo de 2009. En los últimos seis años “sólo” se las vio grises, lo que motivó cierto entusiasmo en algunos gobiernos y organismos regionales. Pero el supuesto “nuevo aire” registrado por la mayoría de sus economías –no incluida la mexicana, desde luego– parece haber llegado a su fin, cuando menos en este 2009 que apenas comienza.
Que el promedio anual de crecimiento regional alcanzará 4.9 por ciento sostenido en el último sexenio provocó el júbilo de no pocos, quienes en medio de la fiesta dejaron a un lado un elemento fundamental: que dicho crecimiento, sin ser la panacea, benefició al grupo compacto de siempre, porque los indicadores de pobreza y miseria se mantienen sólidos, como siempre. Y en este 2009 todo pinta para que el “sueño latinoamericano” se venga abajo.
Muchos son los “gobernantes” regionales (el de México, de forma destacada) que hablan de “blindajes”, de “fortalezas nunca antes vistas”, de programas anticíclicos que “aminorarán el impacto de la crisis”, de “solidez macroeconómica” y tantas otras bellezas que suelen no trascender el discurso ni soportar la primera embestida, cuantimás si se trata de un huracán categoría 5 como el actual.
Desde septiembre-octubre pasados, los organismos financieros multilaterales y los organismos especializados de la ONU han advertido sobre las consecuencias internacionales del crac estadunidense y de cómo las fichas, una tras otra, han ido cayendo según avanza la crisis, caída paralela al “sólido” discurso de la clase gobernante. Nada hicieron cuando había tiempo, nada harán cuando el agua está al cuello.
En fin, para ese discurso triunfalista, la Cepal nos regala un paseo por una realidad diametralmente distinta al micrófono oficial, sea el del gobierno mexicano, sea el del resto de los gobiernos latinoamericanos. Subraya el organismo que los efectos de la crisis internacional “también se harán sentir sobre la dinámica económica global de las economías de América Latina y el Caribe. La menor demanda de los bienes que exporta la región y la disminución de las remesas de los migrantes, por ejemplo, son factores que, en mayor o menor medida, afectarán negativamente la demanda agregada de los países de la región. De la misma manera, las limitaciones del mercado financiero internacional constituirán otro obstáculo al mantenimiento del ritmo de crecimiento que se registró el último año. Esta desaceleración del crecimiento económico está llamada a tener efectos sobre la dinámica de la pobreza en el próximo año, que posiblemente prolonguen el comportamiento menos favorable que se produciría en 2008”.
Cabe esperar, apunta, que el empleo agregado para el conjunto de la región se estanque durante 2009 al compás de una expansión productiva bastante menor que la de 2008, “cuando el empleo ya había crecido sólo levemente”. En este contexto, resultará también difícil que las remuneraciones reales mejoren en medida significativa, por lo que cabe prever que se mantendrán, en promedio, sin variaciones. “Por tanto, el ingreso medio real de los hogares proveniente del trabajo, la fuente principal de recursos de la mayor parte de la población, podría llegar a caer en términos per cápita”.
Tampoco son optimistas las previsiones sobre la distribución de esta leve modificación que se produciría en el ingreso total de los hogares en tanto los trabajadores menos calificados, que representan la mayor parte de los ocupados de los estratos de menores ingresos, serán aquellos más rápida e intensamente afectados por la desaceleración de la producción. Entre ellos se concentran los trabajadores por cuenta propia y los asalariados precarios, cuyos empleos resultan usualmente más sensibles al ciclo económico. Esto también llevaría a que sus remuneraciones sean aquellas afectadas (más) negativamente.
En el marco de economías en las que el empleo y las remuneraciones de los hogares de menores ingresos puedan sufrir una retracción, la pobreza y la indigencia podrían crecer. No se considera que este aumento resulte de gran magnitud, pero extendería un comportamiento negativo que ya se habría iniciado en 2008 y que significó la irrupción de un periodo de cinco años de descenso de la incidencia de la pobreza y la indigencia.
Este panorama general presentaría diferencia según grupos de países. Aquellos más afectados por la disminución de las remesas, o por su conexión más directa con el mercado de Estados Unidos, podrían encontrarse entre los más afectados. También aquellos cuyas exportaciones se encuentren menos diversificadas y se concentren en bienes cuyos mercados fueron los más afectados. “Tal escenario de leve incremento de la pobreza, que llegaría incluso a cobrar cierta intensidad en algunos países, podría moderarse si los Estados despliegan políticas destinadas a evitar que los efectos de la crisis vuelvan a descargarse sobre los sectores de menores ingresos y se pierda parte de las mejoras que vinieron lográndose desde 2002”.
En síntesis, “la región no resultará inmune a la crisis… aunque mejor preparada para enfrentar esta situación internacional que en el pasado, no cabe considerar que América Latina sea inmune… La evidencia disponible muestra que América Latina no está de ninguna manera blindada ante el alza de los precios internacionales. Así, cabe prever un menor crecimiento económico de América Latina y el Caribe en 2009, así como cierto deterioro distributivo, factores que podrían derivar en una elevación de la pobreza y la indigencia”.
Las rebanadas del pastel
Déjà vu: hoy, nuevos anuncios “contra cíclicos” del inquilino de Los Pinos para “hacer frente” a la crisis y, se espera, reconsideración de la Secretaría de Hacienda en cuanto a metas económicas para 2009. En vía de mientras, han transcurrido diez meses desde la primera notificación, tres desde la segunda y 24 horas desde la tercera, y ni siquiera se han puesto de acuerdo en dónde se construiría la tan cacareada nueva refinería. El 18 de marzo de 2008, el inquilino de Los Pinos instruyó “para que inicien los estudios que determinen la factibilidad técnica, financiera y logística para la construcción de una nueva refinería en el país. El objetivo es disminuir nuestra dependencia energética del exterior”. Nada sucedió. El 8 de octubre del mismo año, como si fuera novedad, volvió a anunciar la construcción de una refinería, “que a México le hace falta”, para lo cual se utilizarían “12 mil millones de pesos acumulados del Fondo de Estabilización de Pemex”. Nada sucedió. Ayer volvió a decir que “vamos a ampliar la infraestructura energética”. Treinta y cinco gasolinazos después, lo único que ha sucedido es que nadie sabe dónde ni cuándo se construiría esa refinería, hasta el momento sólo de discurso.
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