viernes, junio 05, 2009


Cuidado con ellos

Ximena Peredo
5 Jun. 09, El Norte


Si fue una estrategia electoral del PAN la detención de alcaldes, mandos y policías municipales en Michoacán y en Nuevo León es una discusión un tanto redundante, pues es obvio que cada partido desde sus posibilidades está lanzando las piedras que puede. El peligro es que esta guerra sucia motive a violaciones a nuestras leyes y garantías individuales. Como los partidos políticos gobiernan este país, no tienen empacho en convertir en política pública sus estrategias de campaña.

En el campeonato de mentiras todo se vale. Tal vez por eso muy pocos caen en la cuenta de que Felipe Calderón cometió una violación flagrante a la soberanía del Estado de Michoacán, pues la Policía Federal irrumpió encapuchada y armada en el Palacio de Gobierno para detener a un funcionario de la Secretaría de Gobierno.

Hay una diferencia importante entre defender delincuentes y defender el estado de derecho. ¿Cómo distinguir quién es la autoridad en este escenario si la Policía viola aparatosamente el artículo 40 de nuestra Constitución?

El Gobernador de nuestro Estado, José Natividad González Parás, también hizo lo propio al regalar el pasaje del Metro, despensas y descuentos en el servicio del agua, atentando contra la dignidad de quienes preferirían contar con trabajo o con sueldos más justos para pagar sus propias cuentas.

Si el Gobernador niega que ésta es una estrategia electoral, Abel Guerra lo contradice, pues él mismo estuvo repartiendo propaganda que adjudicaba al PRI todo el mérito de la gratuidad, violando así el espíritu de la Ley Estatal Electoral, que prohíbe a los gobiernos realizar acciones proselitistas.

Las propuestas de gobierno merecen preocupación especial. Los candidatos, en su borrachera electoral, abandonan los escrúpulos y prometen la felicidad. Se desbocan de tal manera que pareciera que nos están vendiendo un boleto al mismo paraíso. En esa frenética verborrea muchos caen en ilegalidades que los muestran negligentes, habladores y burladores de la Ley.

Por ejemplo, en el debate que organizó EL NORTE entre los dos candidatos punteros a la Alcaldía de Monterrey, los constructores Fernando Larrazábal y Abel Guerra prometieron ante los consejeros editoriales, la mayoría de clase media alta y alta, que, de ser alcaldes, no concederían un solo permiso para la apertura de giros negros contemplados en la legislación municipal.

Prometer algo que no dependerá únicamente de ellos, sino de las decisiones de un Cabildo, es lo mismo que anunciar que violarán la independencia de los regidores y el artículo 5 constitucional, que garantiza la libertad de elegir el trabajo o la profesión que cada ciudadano decida mientras sea lícita.

Algo parecido puede decirse de una de las promesas más publicitadas de Fernando Elizondo: "Cadena perpetua para secuestradores". El Gobernador -¿hay que recordárselo?- no tiene competencia para legislar, esto corresponde al Poder Legislativo.

Nos topamos con la misma situación al tomar al azar una propuesta de las 25 de Rodrigo Medina: "No más impuestos, eliminar el impuesto estatal a la gasolina". La demagogia daña gravemente al juego democrático.

Aprovecharse de la escasa cultura política de un pueblo debe ser condenado por quienes sí advertimos sus mentiras. Los candidatos se han convertido en una amenaza pública para la legalidad y eso da cuenta de la crisis severa por la que atraviesa el sistema de partidos, que no distingue límites en la competencia por el poder.

¿Qué legitimidad puede tener una autoridad que se valió de mentiras para conseguir su poder? En esta pregunta radica el principal problema al que nos enfrentaremos después del 5 de julio.

Es revelador que los partidos pierdan la compostura tan grotescamente durante las campañas políticas, cuando supuestamente debieran comportarse mejor que nunca. Tal vez creen que la ciudadanía escogerá al más mentiroso, al mejor actor, al que promete burlar la Ley con más frecuencia. ¿Los corregimos?


ximenaperedo@yahoo.com.mx

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