Ximena Peredo, 17 Nov. 08
El Norte
Televisa tiene miedo. Nunca le ha preocupado la muerte del ciudadano como la del consumidor, que ha sido anunciada ya por el Banco Mundial para el 2009. Le atemoriza que esta crisis económica supere los esfuerzos de sus producciones que refuerzan la psicología servil del mexicano. Con esto, Televisa ha dañado hondamente la dignidad de este país.
Sobre un fondo blanco los filósofos del momento Alejandro Camacho, Eduardo Yáñez, Lucero, Adal Ramones, Gloria Trevi, Galilea Montijo, entre otros, disertan sobre la crisis económica y concluyen en dos mensajes canónicos que: 1) Nuestro amor por México es más grande que cualquier crisis, pero que en caso de que no nos alcance el amor 2) hay que salir a trabajar en cuanto suene el despertador; y 3) en plena crisis no vamos a sentir miedo de partirnos el alma trabajando si siempre lo hemos hecho.
Estos dos anuncios podrían ser el avance del lanzamiento del próximo programa dominical "Partiéndome el alma por la residencia en Miami de mi artista favorito", conducido obviamente por Adal Ramones y Lucero (que ya viven allá, con todo lujo), quienes presentarían cápsulas muy emotivas de Gloria Trevi implorando nuestro voto para que ella y sus hijos ganen esa residencia en Miami, ya que el mes pasado el Ejército cateó su domicilio en Tampico y tuvo que irse a vivir a McAllen, Texas.
Ver la realidad no es derrotismo, aunque Televisa asegure lo contrario. Según su simple receta, para que la crisis nos haga los mandados sólo tenemos que amar a México y trabajar hasta desfallecer, cosa que, aseguran en el mismo mensaje, siempre hemos hecho. Entonces, ¿por qué estamos en crisis?, ¿quién falló?
No lo sabremos nunca de boca de los empleados de Televisa. La televisión comercial no maldice al libre mercado, ni cuestiona a los gobiernos "papas fritas", ni acusa a los bancos hostigadores. Primero es la lealtad con sus auspiciadores.
Por eso ofende la exigencia de Emilio Azcárraga Jean de que extralimitemos nuestro esfuerzo para evitarle un sobresalto a su empresa. El pueblo trabaja como puede y con lo que puede, siempre. Si no lo hace, no come; si no lo hace, el patrón lo intercambia por alguno de los miles de desempleados que esperan afuera.
Es una infamia atender a la crisis con un discurso cursi, chantajista y manipulador, en lugar de ofrecer un espacio para la discusión inteligente. ¿De qué va a servirle el amor y el esfuerzo al obrero que será despedido en el primer recorte de personal?, ¿para qué despertarse temprano si no hay en dónde trabajar?, ¿de qué sirve el gran corazón de los mexicanos ante la inflación desorbitada de la canasta básica? De nada.
El Fondo Monetario Internacional ha dicho que para el 2009, si bien nos va, creceremos un 0.9 por ciento, la mitad del estimado por el Fondo para el 2008 (1.8 por ciento). ¿Qué quiere decir esto? Que los precios seguirán subiendo, los empleos se reducirán y los salarios bajarán. La crisis se recrudecerá y de nada servirá el tamaño de nuestro corazón.
Televisa desobedece fieramente a su vocación de vehículo de comunicación social. Los medios de comunicación tienen una ineludible responsabilidad ética de provocar debates que nos muevan hacia delante.
Quienes tienen que revisar su amor por México, el tamaño de su corazón y su entrega en el trabajo no son los mexicanos que llegan rendidos a casa a prender su televisión.
El Norte
Televisa tiene miedo. Nunca le ha preocupado la muerte del ciudadano como la del consumidor, que ha sido anunciada ya por el Banco Mundial para el 2009. Le atemoriza que esta crisis económica supere los esfuerzos de sus producciones que refuerzan la psicología servil del mexicano. Con esto, Televisa ha dañado hondamente la dignidad de este país.
Sobre un fondo blanco los filósofos del momento Alejandro Camacho, Eduardo Yáñez, Lucero, Adal Ramones, Gloria Trevi, Galilea Montijo, entre otros, disertan sobre la crisis económica y concluyen en dos mensajes canónicos que: 1) Nuestro amor por México es más grande que cualquier crisis, pero que en caso de que no nos alcance el amor 2) hay que salir a trabajar en cuanto suene el despertador; y 3) en plena crisis no vamos a sentir miedo de partirnos el alma trabajando si siempre lo hemos hecho.
Estos dos anuncios podrían ser el avance del lanzamiento del próximo programa dominical "Partiéndome el alma por la residencia en Miami de mi artista favorito", conducido obviamente por Adal Ramones y Lucero (que ya viven allá, con todo lujo), quienes presentarían cápsulas muy emotivas de Gloria Trevi implorando nuestro voto para que ella y sus hijos ganen esa residencia en Miami, ya que el mes pasado el Ejército cateó su domicilio en Tampico y tuvo que irse a vivir a McAllen, Texas.
Ver la realidad no es derrotismo, aunque Televisa asegure lo contrario. Según su simple receta, para que la crisis nos haga los mandados sólo tenemos que amar a México y trabajar hasta desfallecer, cosa que, aseguran en el mismo mensaje, siempre hemos hecho. Entonces, ¿por qué estamos en crisis?, ¿quién falló?
No lo sabremos nunca de boca de los empleados de Televisa. La televisión comercial no maldice al libre mercado, ni cuestiona a los gobiernos "papas fritas", ni acusa a los bancos hostigadores. Primero es la lealtad con sus auspiciadores.
Por eso ofende la exigencia de Emilio Azcárraga Jean de que extralimitemos nuestro esfuerzo para evitarle un sobresalto a su empresa. El pueblo trabaja como puede y con lo que puede, siempre. Si no lo hace, no come; si no lo hace, el patrón lo intercambia por alguno de los miles de desempleados que esperan afuera.
Es una infamia atender a la crisis con un discurso cursi, chantajista y manipulador, en lugar de ofrecer un espacio para la discusión inteligente. ¿De qué va a servirle el amor y el esfuerzo al obrero que será despedido en el primer recorte de personal?, ¿para qué despertarse temprano si no hay en dónde trabajar?, ¿de qué sirve el gran corazón de los mexicanos ante la inflación desorbitada de la canasta básica? De nada.
El Fondo Monetario Internacional ha dicho que para el 2009, si bien nos va, creceremos un 0.9 por ciento, la mitad del estimado por el Fondo para el 2008 (1.8 por ciento). ¿Qué quiere decir esto? Que los precios seguirán subiendo, los empleos se reducirán y los salarios bajarán. La crisis se recrudecerá y de nada servirá el tamaño de nuestro corazón.
Televisa desobedece fieramente a su vocación de vehículo de comunicación social. Los medios de comunicación tienen una ineludible responsabilidad ética de provocar debates que nos muevan hacia delante.
Quienes tienen que revisar su amor por México, el tamaño de su corazón y su entrega en el trabajo no son los mexicanos que llegan rendidos a casa a prender su televisión.
1 comentario:
eso! me fascina saber que en la blogosfera hay mucha resistencia.
un saludo
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