Experiencias de privatización del agua y del gas.
En el marco de la discusión sobre las privatizaciones tuve la oportunidad de asistir a un evento realizado en la Cd. de México, donde hubo participaciones sobre asuntos sensibles para todo el mundo: el agua, el gas, el petróleo. Quiero referirme a las experiencias compartidas acerca de los dos primeros temas.
Don Jorge Mancilla Torres es un hombre menudo, sencillo, de morenas facciones como la gente originaria de nuestro continente; su hablar tranquilo se ve interrumpido por pequeños desencuentros con el micrófono; no se molesta, sonriendo cambia de uno a otro una y otra vez. Nos narra de manera sucinta una parte de la historia reciente de Bolivia, con esa sobriedad y capacidad de síntesis de la que son capaces los hombres sabios que a la vez son poetas. El embajador en México refiere cómo de manera gradual diversos gobiernos de Bolivia fueron cediendo y concediendo derechos a las trasnacionales de tal forma que los bolivianos, de dueños pasaron a ser socios de las riquezas y los recursos de su propio país (¿algún parecido con las intenciones de las reformas calderónicas?). En el año 2000, en Cochabamba tiene lugar una fuerte lucha cuando se intenta privatizar el agua aumentando sus costos de manera inhumana. La gente: los trabajadores del campo y la ciudad, los jóvenes y las mujeres, todos dan la batalla, bloquean y toman calles, se crea la Coordinadora en Defensa del Agua y de la Vida. El gobierno implanta el Estado de sitio y la militarización consigue encarcelar a dirigentes, los enfrentamientos dan lugar a heridos y muertos, pero el pueblo no ceja. Finalmente la empresa (Bechtel) “decide” irse. 7 años más tarde, con Evo Morales en la presidencia, se crea el Ministerio del Agua, con el objetivo de garantizar el recurso a toda la población y preservar su carácter público. En 2003 tiene lugar otra guerra, ahora del gas. Trasnacionales de hidrocarburos tienen ganancias del 82% dejándole el restante 18% al Estado. De nuevo la población se levanta; tras varios días de refriega hay heridos, detenidos y 67 muertos. La gente no cesa en su movilización y su demanda por nacionalizar los hidrocarburos. Cuando Evo llega a la presidencia propone invertir las cifras y que sea ahora 82% para el Estado boliviano y 18% para las trasnacionales, y ¡éstas aceptan!, lo cual no es de extrañar tomando en cuenta que Bolivia es el segundo país en reservas de gas en Latinoamérica, sólo después de Venezuela. Por último también se mencionan otras nacionalizaciones recientes en Bolivia: minería y comunicaciones. Don Jorge señala finalmente que “La patria no es herencia de los padres, es préstamo de nuestros hijos”, y se retira en medio de un emotivo aplauso de un público que admira y -¿por qué no?- envidia al pueblo boliviano por hacer valer sus derechos y tener a un gobierno capaz de resistir y enfrentar los embates del neoliberalismo rapaz.
Le toca el turno a la Dra. Gloria Tobón, en representación de AUAS, Asociación de Usuarios del Agua de Saltillo, quien tuvo una exposición más extensa y detallada, quizá por la vigencia del problema. En Saltillo se cuenta con un sistema de agua del tipo empresa “mixta” donde el municipio controla, o debiera hacerlo, el 51% del recurso, mientras que Agbar, Aguas de Barcelona, controla el 49%. La empresa de origen español se hizo del contrato para abastecer de agua la ciudad mediante una puja con valor de 81.9 millones, cuando el valor en libros es de 453 millones y el valor real asciende quizá a mil millones. La empresa cobra la conexión al servicio según el tamaño del terreno, corta el servicio por falta de pago y las multas por reconexión ascienden a 10 veces la tarifa mínima. La compañía no ha cumplido con sus obligaciones: no ha aplicado nueva tecnología, no realiza los análisis de laboratorio requeridos ni cuenta con el certificado de calidad sanitaria, tampoco reporta a la Comisión Nacional del Agua los volúmenes reales extraídos y hace gala de un derroche –sobreproducción- del recurso con tal de vender tanta agua como sea posible. Los espacios públicos, edificios y jardines, reciben agua sólo a cambio del pago correspondiente de los usuarios, por lo que no faltan casos en que se secan los árboles y se acaba la vegetación que no sólo es ornamental sino que provee de pulmones a la ciudad y colabora al ciclo de la vida. Todo esto en el contexto de una ciudad enclavada en una región semidesértica, pero la empresa asegura contar con estudios hidrogeológicos que sostienen la existencia de agua “para siempre” en la región. Para llegar a tal situación se ha contado con la complicidad de las autoridades municipales y estatales. Desafortunadamente, no se dieron datos que nos permitan saber si en Saltillo la actitud de la gente se asemeja a la pasividad y aletargamiento de los regiomontanos o a la bravura y conciencia de los pobladores andinos.
Hemos leído que existen proyectos para abrir a empresas privadas el agua de Monterrey. Seríamos muy tontos si dejáramos pasar este atropello. Suficiente experiencia tenemos con la empresa Gas Natural quien no es dueña del gas que nos distribuye (así como se dice en las iniciativas de Calderón que las empresas no serían dueñas del petróleo) pero que nos cobra el gas de Pemex, más la distribución por comercialización (así le llama en la factura) y además un cargo por servicio (¿el servicio de tomar la lectura y mandarte el recibo?), amén de que nos corta el suministro cuando a su juicio incumplimos (¿podría pasará algo así en el caso del petróleo conducido por oleoductos privados?), reconectándolo, ahí sí, en el tiempo que la empresa considera prudente y no encontramos a alguien que se haga responsable de responder a nuestras demandas; casi cualquiera ha vivido la experiencia ingrata de tener alguna queja del servicio, ir a las oficinas, hacer largas filas para que te atienda un empleado que levanta un reporte y ya, nunca un superior a quien recurrir que tenga capacidad de dirimir un conflicto. Vas y regresas cruzando los dedos esperando que para el próximo recibo el problema ya haya sido resuelto. En mi caso, la cantidad que le pago a Gas Natural por la distribución y cargo por servicio es más del 40% del monto total de la factura ¿Esto es el modelo de la modernización y el fortalecimiento que nos quieren enjaretar? ¿Pemex me cobraría lo mismo que la empresa española? Aún si fuera éste el caso, yo preferiría que mi pago se quedara en la nación. Ya sé que muchos dirán que no están dispuestos a que se vaya por el caño de la corrupción sindical, quizá prefieran que se vaya por el muy español ducto de enriquecimiento empresarial igualmente inmoral. Por mi parte, le apuesto a la esperanza de que podamos erradicar las prácticas corruptas de líderes pero también de funcionarios. Como alguien dijo en el evento mencionado al principio, en México hay gente preparada, además de honesta, capaz de hacer frente a los retos científicos y tecnológicos, y dio como ejemplo el hecho de que en Laguna Verde (nos guste o no este tipo de generación de energía) el 100% de los técnicos e ingenieros son mexicanos. Por supuesto que el poder económico contamina y es capaz de comprar muchas conciencias, pero nunca podrá comprarlas todas. Es necesario que despertemos y que nos animemos a defender nuestros recursos que son nuestros derechos. En el trabajo de brigadeo, encontramos no pocas personas que aceptan, un poco con pena, que en esta norteña ciudad no sabemos o no estamos acostumbrados a luchar como en otras partes del país o del mundo. Reconocer el problema es el primer paso de la solución. Ojalá que estemos pronto dispuestos a darlo para iniciar el camino de recuperación no sólo de nuestra economía sino de nuestra dignidad.
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