Jueves, 13 de Noviembre de 2008 00:00
Ricardo Monreal Avila
Se calcula que para finales de 2009 el número de desempleados en el planeta tierra registrará un aumento del 10%. Con ellos, el paro superará, por vez primera en la historia, la cifra de 200 millones de personas. Los sectores más afectados por la destrucción de empleo serán la construcción, la industria automovilística, la Banca, los servicios comerciales y el sector inmobiliario. En México, el Fondo Monetario Internacional y la Secretaría de Hacienda acaban de recortar las expectativas de crecimiento económico para el próximo año: de 1.9 a 0.9%. La realidad es que se espera una tasa de cero por ciento, si no es que una tasa negativa. Es decir, habrá recesión.
Por otra parte, se calcula que el número de personas que vivirán bajo los niveles oficiales de pobreza, es decir, con apenas 2 a 4 dólares diarios, podrá elevarse a alrededor de cien millones. Y ello, sin contar con los aún impredecibles efectos del ciclo de recesión económica que se avecina. En efecto, estamos frente a una crisis más profunda que la de 1929. La pregunta elemental es, ¿cómo empezó esta megacrisis?
La globalización tiene un epicentro, la economía norteamericana. Si ella tiembla, el resto del mundo lo resiente también, en una escala directamente proporcional a su grado de dependencia económica. La economía más grande del planeta tiene tres fuentes de perturbación: el déficit fiscal de la guerra en Irak (700 mil millones de dólares); el rescate bancario por la crisis hipotecaria (otros 700 mmdd) y el déficit en los fondos de pensión de sus “babyboomers” jubilados (otros 700 mmdd). Es un sismo de 7 grados multiplicado por tres.
La causa del déficit fiscal la comentamos en otra ocasión: la “guerra justa” ordenada por George W. Bush contra el terrorismo fundamentalista. Desde siempre, las cruzadas o guerras civilizatorias que utilizan el nombre de Dios han sido causa de caídas económicas de los imperios. Así cayeron Babilonia, Egipto, China, Roma, Alemania y Rusia, entre otros imperios. Todos ellos, a causa de lo que hoy los economistas llaman “déficit fiscal incontenido” u “hoyo negro presupuestal”. De pronto, las guerras dejan de ser el motor de la economía de estas civilizaciones y se convierten en su piedra de molino al cuello.
En esta ocasión abordaremos el segundo sismo que mantiene en vilo a la economía globalizada: la crisis hipotecaria en los Estados Unidos. Circula por la red un texto que explica de manera sencilla y gráfica este factor de desestabilización. Aquí lo retomamos:
Del 2001 al 2004, la Reserva Federal de los EUA baja el precio del dinero del 6.5% al 1%. Con una tasa de interés para hipotecas tan baja, despega el “boom” inmobiliario. En 10 años, el precio real de las viviendas se multiplica por dos en Estados Unidos. Empieza el problema.
Lo que para un pequeño inversionista americano es una bendición, es decir el poder comprar una segunda o tercera vivienda a una tasa de interés realmente baja, para un banquero se vuelve un dilema de rentabilidad, pues aunque coloque muchos créditos, sus ingresos promedio por el cobro de intereses baja.
Ante esta particular paradoja, a más de algún banquero en Estados Unidos se le ocurrió lo siguiente: A. Dar préstamos más arriesgados (por los que cobrarían más intereses), y B. Compensar el bajo margen aumentando el número de operaciones (1000 x poco es más que 100 x poco).
En cuanto a lo primero, es decir dar créditos más arriesgados, decidieron: 1. Ofrecer hipotecas a un nuevo tipo de clientes llamados los “Ninja” (que en el argot bancario americano significa “no income, no job, no assets”). O sea personas sin ingresos fijos, sin empleo fijo y sin garantías reales. 2. Cobrarle al Ninja más intereses, obvio, había más riesgo. 3. Aprovecharse del boom inmobiliario. 4. Además, llenos de entusiasmo, decidieron conceder créditos hipotecarios por un valor superior al valor de la casa que compraba el Ninja.
De acuerdo a las tendencias del mercado, esa casa, en pocos meses, valdría más que la cantidad dada en préstamo. Además, como la economía americana iba muy bien, el deudor hoy insolvente podría encontrar trabajo y pagar la deuda sin problemas. A este tipo de hipotecas, les llamaron ‘hipotecas subprime’. Nota: Se llaman ‘hipotecas prime’ las que tienen poco riesgo de impago. Se llaman ‘hipotecas subprime’ las que tienen más riesgo de impago. Todo este planteamiento funcionó bien durante algunos años. En todo este tiempo, los Ninja iban pagando los plazos de la hipoteca y además, como les habían dado más dinero del que valía su nueva propiedad, bien galanes se habían comprado carro nuevo, habían hecho remodelaciones en la casa y se habían ido de vacaciones con la familia. Todo ello seguramente pagando a plazos y con el dinero de más que habían recibido del banco.
En cuanto a lo segundo, es decir aumentar el número de operaciones: Como los Bancos se vieron de repente dando muchos préstamos hipotecarios a la vez, notaron que se les acababa el dinero.
La solución fue muy fácil: acudir a Bancos extranjeros para que les prestaran dinero ¡para algo está la globalización! Con ello, el dinero que ahora en la mañana depositó un simple taxista inglés en su Caja de Ahorros en Londres (llamémosle Peter) puede estar esa misma tarde en Illinois, porque allí hay un Banco al que su Caja de Ahorros le ha prestado su dinero para que se lo preste ¡a un Ninja!
Por supuesto, el Ninja de Illinois no sabe que el dinero le llega desde Londres y mucho menos Peter sabe que su dinero, depositado en una entidad seria como es su Caja de Ahorros, empieza a estar en un cierto riesgo. Tampoco lo sabe el Presidente de la Caja de Ahorros donde Peter deposita sus dineritos. Es más, el Presidente piensa que el “Bank of Illinois” es una institución seria con la que da gusto trabajar.
Probablemente tampoco lo sabe el Gerente de la sucursal de la Caja de Ahorros de donde Peter es cliente. A lo sumo sabrá que el banco que él representa tiene invertida una parte del dinero de sus ahorradores en un Banco importante de Estados Unidos.
Primer Comentario: Hasta aquí, todo está muy claro y también está claro que cualquier persona con sentido común, aunque no sea un especialista financiero, puede pensar que si algo falla, el golpe puede ser importante (continuará).
Ricardo Monreal Avila
Se calcula que para finales de 2009 el número de desempleados en el planeta tierra registrará un aumento del 10%. Con ellos, el paro superará, por vez primera en la historia, la cifra de 200 millones de personas. Los sectores más afectados por la destrucción de empleo serán la construcción, la industria automovilística, la Banca, los servicios comerciales y el sector inmobiliario. En México, el Fondo Monetario Internacional y la Secretaría de Hacienda acaban de recortar las expectativas de crecimiento económico para el próximo año: de 1.9 a 0.9%. La realidad es que se espera una tasa de cero por ciento, si no es que una tasa negativa. Es decir, habrá recesión.
Por otra parte, se calcula que el número de personas que vivirán bajo los niveles oficiales de pobreza, es decir, con apenas 2 a 4 dólares diarios, podrá elevarse a alrededor de cien millones. Y ello, sin contar con los aún impredecibles efectos del ciclo de recesión económica que se avecina. En efecto, estamos frente a una crisis más profunda que la de 1929. La pregunta elemental es, ¿cómo empezó esta megacrisis?
La globalización tiene un epicentro, la economía norteamericana. Si ella tiembla, el resto del mundo lo resiente también, en una escala directamente proporcional a su grado de dependencia económica. La economía más grande del planeta tiene tres fuentes de perturbación: el déficit fiscal de la guerra en Irak (700 mil millones de dólares); el rescate bancario por la crisis hipotecaria (otros 700 mmdd) y el déficit en los fondos de pensión de sus “babyboomers” jubilados (otros 700 mmdd). Es un sismo de 7 grados multiplicado por tres.
La causa del déficit fiscal la comentamos en otra ocasión: la “guerra justa” ordenada por George W. Bush contra el terrorismo fundamentalista. Desde siempre, las cruzadas o guerras civilizatorias que utilizan el nombre de Dios han sido causa de caídas económicas de los imperios. Así cayeron Babilonia, Egipto, China, Roma, Alemania y Rusia, entre otros imperios. Todos ellos, a causa de lo que hoy los economistas llaman “déficit fiscal incontenido” u “hoyo negro presupuestal”. De pronto, las guerras dejan de ser el motor de la economía de estas civilizaciones y se convierten en su piedra de molino al cuello.
En esta ocasión abordaremos el segundo sismo que mantiene en vilo a la economía globalizada: la crisis hipotecaria en los Estados Unidos. Circula por la red un texto que explica de manera sencilla y gráfica este factor de desestabilización. Aquí lo retomamos:
Del 2001 al 2004, la Reserva Federal de los EUA baja el precio del dinero del 6.5% al 1%. Con una tasa de interés para hipotecas tan baja, despega el “boom” inmobiliario. En 10 años, el precio real de las viviendas se multiplica por dos en Estados Unidos. Empieza el problema.
Lo que para un pequeño inversionista americano es una bendición, es decir el poder comprar una segunda o tercera vivienda a una tasa de interés realmente baja, para un banquero se vuelve un dilema de rentabilidad, pues aunque coloque muchos créditos, sus ingresos promedio por el cobro de intereses baja.
Ante esta particular paradoja, a más de algún banquero en Estados Unidos se le ocurrió lo siguiente: A. Dar préstamos más arriesgados (por los que cobrarían más intereses), y B. Compensar el bajo margen aumentando el número de operaciones (1000 x poco es más que 100 x poco).
En cuanto a lo primero, es decir dar créditos más arriesgados, decidieron: 1. Ofrecer hipotecas a un nuevo tipo de clientes llamados los “Ninja” (que en el argot bancario americano significa “no income, no job, no assets”). O sea personas sin ingresos fijos, sin empleo fijo y sin garantías reales. 2. Cobrarle al Ninja más intereses, obvio, había más riesgo. 3. Aprovecharse del boom inmobiliario. 4. Además, llenos de entusiasmo, decidieron conceder créditos hipotecarios por un valor superior al valor de la casa que compraba el Ninja.
De acuerdo a las tendencias del mercado, esa casa, en pocos meses, valdría más que la cantidad dada en préstamo. Además, como la economía americana iba muy bien, el deudor hoy insolvente podría encontrar trabajo y pagar la deuda sin problemas. A este tipo de hipotecas, les llamaron ‘hipotecas subprime’. Nota: Se llaman ‘hipotecas prime’ las que tienen poco riesgo de impago. Se llaman ‘hipotecas subprime’ las que tienen más riesgo de impago. Todo este planteamiento funcionó bien durante algunos años. En todo este tiempo, los Ninja iban pagando los plazos de la hipoteca y además, como les habían dado más dinero del que valía su nueva propiedad, bien galanes se habían comprado carro nuevo, habían hecho remodelaciones en la casa y se habían ido de vacaciones con la familia. Todo ello seguramente pagando a plazos y con el dinero de más que habían recibido del banco.
En cuanto a lo segundo, es decir aumentar el número de operaciones: Como los Bancos se vieron de repente dando muchos préstamos hipotecarios a la vez, notaron que se les acababa el dinero.
La solución fue muy fácil: acudir a Bancos extranjeros para que les prestaran dinero ¡para algo está la globalización! Con ello, el dinero que ahora en la mañana depositó un simple taxista inglés en su Caja de Ahorros en Londres (llamémosle Peter) puede estar esa misma tarde en Illinois, porque allí hay un Banco al que su Caja de Ahorros le ha prestado su dinero para que se lo preste ¡a un Ninja!
Por supuesto, el Ninja de Illinois no sabe que el dinero le llega desde Londres y mucho menos Peter sabe que su dinero, depositado en una entidad seria como es su Caja de Ahorros, empieza a estar en un cierto riesgo. Tampoco lo sabe el Presidente de la Caja de Ahorros donde Peter deposita sus dineritos. Es más, el Presidente piensa que el “Bank of Illinois” es una institución seria con la que da gusto trabajar.
Probablemente tampoco lo sabe el Gerente de la sucursal de la Caja de Ahorros de donde Peter es cliente. A lo sumo sabrá que el banco que él representa tiene invertida una parte del dinero de sus ahorradores en un Banco importante de Estados Unidos.
Primer Comentario: Hasta aquí, todo está muy claro y también está claro que cualquier persona con sentido común, aunque no sea un especialista financiero, puede pensar que si algo falla, el golpe puede ser importante (continuará).
ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx
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