miércoles, diciembre 17, 2008

FRENTE A LA CEGUERA DEL TRABAJADOR PETROLERO, PELIGRAN LOS DERECHOS DEL PETROLERO Y SU PROPIO SINDICATO


14 de diciembre de 2008


Desgraciadamente en su gran mayoría, el trabajador petrolero no se preocupa y menos se ocupa por informarse de temas fundamentales para el país. ¿Sabe en qué quedó la reforma energética?, tema vital para todos los mexicanos pero más para ellos.

Los medios masivos de información monopolizados por los propietarios de Televisa y TV Azteca han jugado un papel muy efectivo en la desinformación. El Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) no emitió el mínimo comunicado con su postura ante la reforma energética. Pero, ¿esto justifica el conformismo del trabajador sindicalizado petrolero?

Cómo nos controlan, como nos destruyen

Los charros sindicales han sabido controlar al trabajador de múltiples formas: psicológicas, económicas y físicas.

Por ejemplo, han hecho creer que le están haciendo un favor al gestionarle el cumplimiento de sus prestaciones (fichas para sus hijos, préstamos, vacaciones, etc.).

El funcionario sindical sabe de las debilidades del trabajador petrolero: insolvente económicamente, asfixiado en el mal hábito del consumismo, endeudado irracionalmente con las tarjetas de crédito, cajas de ahorro y agiotistas. Saben que el trabajador recibirá su catorcena sólo para transferirla a sus acreedores y que cualquier prestación que le suspenda lo meterá en grandes problemas. Lo tiene en sus manos.

Finalmente, el trabajador mientras tiene trabajo se siente ajeno a las consecuencias de la política neoliberal. Como si vivieran aislados piensa que ya la tiene librada, argumentando que tienen más de 20 años de antigüedad como fecha mágica que lo protege de todo riesgo o abuso laboral. Está cegado.

Como la ranita que meten al agua tibia y la disfruta sin darse cuenta de que no tardará en hervir, por lo cual no reacciona y no se sale. Cuando lo quiera hacer ya estará cocinada, sin ninguna posibilidad de impedir ser sacrificada.

Muchos trabajadores no ven lo que ocurre frente a sus narices, no ven como crece por miles el número de trabajadores mal pagados de compañía con salarios de hambre, sin estabilidad en el empleo, sin derechos laborales y menos sindicato. No ven que a sus centros de trabajo llega a hacer sus labores gente uniformada de azul o rojo y que ellos se van quedando cada vez más como espectadores, y que pronto serán ninguneados, y que pronto serán prescindibles y no tendrán argumentos para exigir su materia de trabajo.

Precisamente, estas nuevas relaciones laborales son consustanciales a la Reforma Energética.

A reaccionar, a recuperar nuestra organización sindical

Primero que nada informarse. Pero no hablamos de comprar periódicos alarmistas o amarillistas; sino que cada trabajador, por lo menos, debería de tener y leer la Constitución Mexicana, la Ley Federal del Trabajo, el Contrato Colectivo de Trabajo y los Estatutos del sindicato.

También deberían de releer la historia de México o la historia del sindicalismo petrolero. Parece pedir mucho, más si tomamos en cuenta que en su gran mayoría apenas terminaron la primaria, amen que tampoco se tiene el hábito de la lectura. Pero es poquísimo si se entiende que el conocimiento es la más importante arma de defensa.

Estas lecturas nos abrirán de nuevo los ojos: nos harán saber que no sólo tenemos obligaciones para con el sindicato sino también derechos que nos están despojando. Ya no mendigaríamos al delegado, al funcionario o al secretario general sino que solicitaríamos que se cumplan puntualmente nuestros derechos, incluso exigiríamos que quien administra nuestras cuotas en el sindicato cumpla su función eficazmente o se haga a un lado.

En segundo lugar, ser congruentes con nuestros principios y nuestra familia. El trabajador en su entorno familiar es un educador, una guía moral, quien inculca valores y principios, un cobijo (ahora le dicen el proveedor); todo para formar a sus hijos como un ser feliz, de provecho, respetuoso y capaz de hacerse respetar.

Les daría vergüenza a estos trabajadores si sus hijos o esposa los vieran cómo se denigran ante los funcionarios y ya no se diga ante el secretario general de las diferentes secciones, cómo son serviles al referirse a ellos como “el patrón”, “el hombre”, “el jefe”, etc.) y cómo nosotros mismos provocamos que esos charros abusivos se crezcan, inflen su ego y convicción de poder para patearnos y abusar sin miramientos.

En tercer lugar, meditar sobre el futuro inmediato de nuestros hijos, dejar el conformismo. Muchos trabajadores están conscientes de que los están despojando laboral y económicamente y se mantienen calladitos y sumisos pensando que así no les tocará. ¿Qué no nos damos cuenta de que cada vez son más los jóvenes, y entre ellos alguno de nuestros hijos, que aunque hallamos invertido en su educación superior no encuentran en donde ejercer su carrera, ni siquiera trabajo?

Cuarto y lo más importante: Poner en orden nuestro sindicato. Recuperarlo.

Hoy el STPRM no representa a la clase obrera: lo mutila, lo denigra e impide el desarrollo económico y laboral y familiar. Por ignorancia o por complicidad permiten que se impongan las políticas neoliberales y sus reformas con las que desmantelan la plantilla laboral de Petróleos Mexicanos. Todos sabemos que las compañías que realizan trabajos para la paraestatal cada vez abarcan mayores áreas que el trabajador sindicalizado desempeñaba con amor a la camiseta y eficazmente.

Los charros en el STPRM permiten la llamada privatización progresiva y también resquebrajan los cimientos del sindicato. No esperemos a pronto sufrir la experiencia de nuestros hermanos mineros. Con el pretexto de combatir a un sindicato denigrado por charros como los Napoleón Gómez, los patrones apoyados por el secretario del Trabajo, el de Gobernación y las televisoras destruyen la única organización capaz de defender su presente y su futuro.

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